Las hortalizas de raíz son muy agradecidas para el
horticultor urbano. Son fáciles de cultivar en cualquier maceta que reúna unas
mínimas condiciones y no necesitan casi cuidados. Todos sabemos lo fácil que es
cultivar zanahorias pues hoy queremos mostraros otra hortaliza de raíz con la
que podéis ampliar vuestro abanico de cultivos en maceta. Se trata de la
remolacha que como veremos a continuación es un cultivo que nos garantiza el
éxito.
Podemos cultivar remolachas en cualquier contenedor que mida
unos 25-30 cm de profundidad. En cuanto a sus demás proporciones cualquier
medida nos va bien pues podemos cultivar varios ejemplares juntos sin ningún
problema. El mejor momento para comenzar la siembra es 2-3 semanas antes de la
última helada prevista en el lugar donde vivamos.
Para conseguir una cosecha escalonada podemos seguir
sembrando semillas de remolacha cada 3-4 semanas hasta que la temperatura
alcance los 27ºC. También podemos seguir sembrando a primeros de otoño hasta
que las temperaturas lleguen a ese mismo rango.
Sembraremos las semillas de la remolacha a una profundidad
de poco más de 1/2 cm y con una separación de unos 7,5 cm. Hay que dejar
espacio para que crezcan bien las remolachas sin molestarse unas a otras.
Aunque lo recomendable es sembrar más espeso y después aclarar las plántulas
pues así nos aseguramos el éxito. Para mejorar la tasa de germinación podemos
dejar las semillas a remojo la noche anterior a la siembra. Aunque si las semillas
han sido tratadas con fungicidas es mejor evitar esta práctica.
A los 5-15 días tendremos las semillas germinadas.
Colocaremos la maceta en un lugar cálido, soleado y protegido. Cuando las
plántulas midan unos 7,5 cm de altura podemos aclararlas para dejar la
separación antes dicha.
Las plantas de la remolacha deben recibir al menos 6 horas
de sol al día. También es conveniente que tengan una buena circulación de aire.
El suelo debe ser rico en nutrientes por lo que añadiremos compost por ejemplo
para asegurarnos este punto. Vigilaremos que no contenga demasiadas piedras
para que no se dañen las raíces.
Puedes usar sustrato ya preparado para horticultura o hacer
tu propia mezcla. Con 1 parte de tierra, 1 de compost y 1 de perlita puedes
elaborar un buen suelo para tus remolachas. También puedes hacer otra variante
sin tierra mezclando 1 parte de musgo de turba o fibra de coco, 1 parte de
compost y 1 parte de perlita, vermiculita o arena. Se puede añadir a cualquiera
de estas recetas un poco de fertilizante de liberación lenta.
El riego es fundamental para conseguir unas remolachas bien
jugosas. El suelo debe estar siempre ligeramente húmedo pero nunca encharcado.
Tampoco es bueno dejar secar en exceso el suelo. La temperatura ideal para el
cultivo de la remolacha se encuentra en un rango entre 10 y 29ºC aunque puede
cultivarse desde 4,5ºC hasta 32ºC. Claro está que en estas circunstancias no
conseguiremos las mejores cosechas.
Si usamos fertilizantes químicos echaremos mano de una
fórmula NPK 5-10-10 y si hay déficit alto de nitrógeno una fórmula 20-20-20. En
cambio si usamos fertilizantes orgánicos podemos usar compost o estiércol
curado. Un té de compost cadas 2 semanas les irá muy bien. Para corregir el
déficit de boro, algo frecuente en las remolachas, se pueden añadir algas al té
de compost.
La cosecha se realiza a las 6-8 semanas después de la
germinación. Aunque podemos usar las hojas tiernas para ensalada desde que
miden unos 8-10 cm de longitud. Obviamente cuidando no dejar a la planta sin
hojas.