La mayoría de los melones necesitan un suelo rico en
nutrientes, mucho sol, y por lo menos 3 a 4 meses de clima cálido. Pueden
ocupar muchísimo espacio, por eso es recomendable plantarlos en vertical
(entutoriarlos) para aquellos de vosotros que tengáis un espacio limitado o
cultivéis en macetas.
Podéis utilizar medias viejas que tengáis en casa para
aguantar el peso del fruto.
CONSEJO: Para el cultivo es maceta los litros de sustrato
necesarios son 30, pero nosotros recomendamos utilizar una maceta más grande
para poder plantar flores alrededor y atraer polinizadores.
Variedades que podemos cultivar
Melón francés: Tiene un aire a la calabaza. Se caracteriza
por su red de “venas” superficiales en su corteza y por su pulpa, que puede
variar de un color salmón a verde, aunque los que se cultivan por aquí tienen
la pulpa de color naranja.
Melón piel de sapo: Sus frutos son grandes y ovalados,
tienen una corteza suave que puede ser lisa o arrugada de color verde con
manchas oscuras.
Sandías: Están bajo una clasificación botánica diferente,
Citrullus lanatus, pero se desarrollan en las mismas condiciones que los
melones. Aquí podemos encontrar dos variedades muy famosas, sandía sugar baby y
Crimson sweet (sus nombres en inglés ya lo dicen todo).
Plantación
Los melones necesitan un lugar soleado posible con una buena
circulación de aire, esto ayudará a que se sequen rápidamente después de la
lluvias, evitando enfermedades. Las raíces de los melones suelen extenderse
entre 2 y 25 centímetros dentro de la tierra, pero algunas variedades pueden
alcanzar una profundidad de 4 o 5 metros. Precisaremos de un suelo suelto y con
buen drenaje.
Un punto importante para el cultivo de melones y sandías es
que el suelo no este frío, esto puede dañar a las plántulas. Lo ideal es
plantar sus semillas en semilleros de turba para evitar este problema. La
plántula deberá trasplantarse a las 2 o 3 semanas de haberse plantado la
semilla, si las plántulas crecen demasiado tendrán problemas para establecer
raíces. Siembra varias semillas en cada semillero de turba, y colócalo en una
ventana orientada al sur o en un lugar soleado. Unos días antes de trasplantar,
conviene aclimatar las plantas poniéndolas al aire libre en una zona soleada
durante el día.
Para sembrar directamente en nuestro huerto urbano o jardín
deberemos esperar 2 semanas después de la última helada. Recomendamos sembrar
unas seis semillas por caballón, así evitaremos que las plantas compitan en
nutrientes durante su desarrollo.
En climas fríos, es necesario colocar un plástico negro o un
acolchado de papel un par de semanas antes de sembrar o trasplantar, para
calentar el suelo y mantener el calor una vez que las plantas están en el
suelo.
Pautas de crecimiento
En el caso que no hayas utilizado un acolchado de papel,
aplica un acolchado orgánico, ya que esta cobertura nos ayudará a suprimir las
malezas y mantendrá las frutas limpias y libres de enfermedades. Regar
generosamente, sobre todo después del trasplante y cuando los frutos se
desarrollen.
Las flores masculinas serán las primeras en aparecer en las
juntas de las hojas, en el tallo principal y en los grandes brotes laterales.
Una semana después aparecerán las flores femeninas, a pesar de las muchas
flores femeninas, cada mata producirá sólo tres o cuatro melones. La mayoría de
los melones jóvenes crecerán hasta el tamaño de un huevo, en este punto será
necesario abonar de nuevo para que los frutos puedan desarrollarse sin
problemas.
Las matas de melones y sandías pueden parecer muy robustas,
pero en realidad son muy delicadas, manejadlas con sumo cuidado.
En las zonas más frías recomendamos quitar las flores y las
frutas más pequeñas de las matas después de mediados del verano, ya que no
tendrán tiempo para madurar antes de las heladas, malgastando energía y
recursos que pueden ser aprovechados por los frutos que se encuentran
madurando.
Problemas
Los escarabajos rayados del pepino pueden ser plagas serias,
tienden a ser más destructivos con las plantas de siembra directa que con los
trasplantes. Su presencia es mayor durante la época de floración de las
plantas.
Rociar las plantas jóvenes con arcilla de caolín puede
disuadir a los escarabajos de alimentarse de la planta. Como última alternativa
podemos recolectarlos con una aspiradora de mano.
Otros indeseados que podemos encontrar entre nuestras
sandías y melones son los pulgones del melón, para combatirlos de forma
ecológica y respetando al medio ambiente podemos utilizar jabón potásico, o
bien torta de semillas de neem.
Los mohos son comunes en tiempos de lluvia. El mildiu
produce manchas amarillas en la superficie de las hojas, con áreas de color
púrpura en el envés. Para evitar el mildiu usaremos propoleo, harina de ortiga
o torta de semillas de neem.
El oídio aparece en las hojas y tallos en forma de manchas
blancas polvorientas. Este afecta a la dulzura de los melones, porque el hongo
desvia el azúcar de la mata para impulsar su propio crecimiento. Es conveniente
cortar y destruir todas las ramas afectadas y aplicar propoleo o torta de
semillas de neem.
Ciertas bacterias producen flacidez en hojas y tallos,
segregando una sustancia blanca y pegajosa cuando se corta. En este caso lo
mejor es deshacerse de las plantas infectadas. Esta marchitez causada por
bacterias esta intimamente relacionada con los escarabajos del pepino y los
pulgones, si mantenemos a estos dos a raya las posibilidades de que nos afecten
estas bacterias es menor.
Cosecha
Cuando recolectemos las sandías y los melones, el tallo del
fruto a la mata debe romperse limpiamente, sin ejercer ninguna presión, con tan
sólo recoger el fruto debería ser suficiente. A menudo se puede juzgar la
madurez de los melones y melones por el olor solamente.
Un truco para determinar la madurez de una sandía es
golpeándola, si obtenemos un ruido sordo es que la sandía está madura, de lo
contrario es que todavía le queda un poco.
Otro truco consiste en observar el rizo que une la sandía a
la planta, cuando este se vuelve marrón significa que ya está lista para ser
recogida.
El último truco consiste en mirar la superficie inferior de
la sandía, la que está en contacto con el suelo. Si se ha pasado de un color
pajizo claro a dorado, naranja o amarilla, está madura para la cosecha.
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