jueves, 4 de junio de 2020

Cómo cultivar lavanda


Lavanda, aroma y color


Si lo que quieres es que tu hogar huela rico y natural es hora de cultivar lavanda, una planta aromática famosa por su exquisito aroma suave y fresco que además nos regala un manto de color en la terraza o el balcón.
Con su característico color violeta, la lavanda se hace ideal para tener en la mesa de cultivo para así disfrutar de una planta aromatizante como pocas.

Historia


La lavanda es una planta de la zona del Mediterráneo, un arbusto perenne de la familia de las labiadas que crece hasta alcanzar 1,5 metros de altura y tiene unas características flores en espiga, de color violeta claro que se asoman en el extremo de unos tallos muy largos.
El olor que desprende la lavanda -similar al alcanfor- la hace ideal para aromatizar ambientes y por eso también es muy utilizada en los interiores de armarios y cajones. Los fabricantes de cosmética y productos de limpieza además se inspiran en ella para crear sus fragancias.
La siembra
La lavanda florece desde mediados de la primavera hasta finales de verano. Es una planta muy interesante para cultivar debido a que puedes situarla en cualquier tipo de ambiente al aire libre debido a que es muy resistente y se adapta a cualquier suelo.
Su hábitat natural sin embargo son los terrenos secos, pedregosos y soleados. Es por eso que debes situar la planta en un lugar en donde reciba mucha luz natural. Lo ideal es cultivarla en un suelo calcáreo, pobre, suelto y profundo, aunque lo más importante es que el terreno tenga un buen drenaje, por eso es que no se recomiendan los terrenos arcillosos pues es común que allí se estanque el agua.
Ubica tu ejemplar en un lugar aireado y recuerda que puedes sembrar lavanda tanto en tiestos como directamente sobre el suelo. Debes plantar las semillas en otoño en las zonas de clima suave y a principios de primavera en las áreas más frías. Otra opción es sembrar por esquejes, usando tallos de lavanda de unos 10 cm. Si plantas los esquejes en macetas, primero hay que colocar piedras en el fondo para conseguir un buen sistema de drenaje, luego rellenar con sustrato para plantas y finalmente colocar los esquejes.
Luego ubica la planta en un lugar donde reciba sol abundante y riega para que las plantitas se arraiguen.

El riego


La lavanda no necesita demasiada agua pues soporta bien la sequía. El momento más importante del riego es cuando se plantan los esquejes para que entonces arraiguen. Luego será suficiente con el agua de lluvia a menos que se trate de una temporada demasiado seca. Entonces habrá que reforzar con un riego moderado mensual durante la época de crecimiento. Si la planta está en maceta, se necesita un riego moderado adicional una vez por semana.


La poda


Para que la planta logre una buena producción es necesario quitar las malas hierbas una vez a comienzos de la primavera, una después de la cosecha y una en invierno.


Plagas y enfermedades


Las principales plagas que afectan a la hora de cultivar lavanda son:


Meligetes: dos tipos de escarabajos que atacan a las flores.
Sophronia humerella: es una mariposa cuyas larvas se alimentan de los brotes nuevos.
Cecidomia: es la plaga más importante que afecta a la lavanda y es provocada por una mosca cuyas larvas provocan las podredumbres de ramas y tallos al penetrar en ellos. La planta muere finalmente.
Cuscuta: es una planta parásita que extrae la savia de la planta.


Entre las enfermedades más frecuentes se destacan:


Phoma: es un hongo que causa estragos en los cultivos de lavanda.
Armillaria Mellega: una enfermedad provocada por un hongo que provoca podredumbre de las raíces al robarle el agua y los nutrientes.
Moho gris: provoca podredumbre en las flores y se produce cuando la planta está en condiciones de mucha humedad.
Rhizoctonia: una enfermedad provocada por un hongo que afecta la raíz de la planta provocando su muerte. Se detecta por la aparición de manchas marrones en las hojas y los tallos.
Tristeza de la lavanda: una enfermedad que provoca la pérdida de fuerza del ejemplar con una disminución en el tamaño y estatura.


La cosecha


Se recolectan las flores de la planta a partir del segundo año de floración, entre los meses de junio y septiembre.
Es importante cortar la flor durante los días secos para luego secarla a la sombra y guardarla en recipientes herméticos y al resguardo de la luz.
Luego de la cosecha, se recomienda cortar las ramas foliares hasta la altura de las hojas.


Cuidados imprescindibles


Si quieres saber más de la lavanda presta atención:


– Se recomienda realizar un abonado a finales del invierno, aunque lejos de las plantas para que no se quemen.
– Para que la planta arraigue bien durante el primer año lo mejor será pinchar todas las flores.
– El ciclo de vida de la lavanda es de 10 años.
– Si bien es una planta de clima cálido, puede soportar temperaturas de entre -10 y 152 C.


Sin dudas, es una de las plantas más bonitas para tener en tu terraza o jardín. Cultiva lavanda en tu mesa de cultivo para así disfrutar de su belleza y aroma.





Fuentes:


y



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